Un momento para Papá y Mamá
"Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o bienes por mi causa recibirá cien veces más a cambio y heredará la vida eterna." Mateo 19:29 (NTV)
Mis padres dejaron a sus padres, a sus hermanos y prefirieron no buscar bienes materiales, para servir a Dios con toda su vida, sus fuerzas y su corazón.
Mi papá decidió irse a estudiar para ser misionero cuando tenía cerca de 20 años, confiando en que Dios proveería para su familia, quienes no tenían mayores recursos, pero apoyaban y bendecían su deseo de dedicar su vida a Dios.
Su mamá (mi abuelita Nina) falleció mientras él estaba preparándose en el instituto misionero, Dios le dio la calma para poder predicar en su funeral y dar testimonio de la esperanza eterna de salvación que tenía. Su papá (mi abuelito Juan) siempre lo apoyó con fieles oraciones, nunca tuvo mucho dinero, pero siempre supimos que oraba por él y por nosotros cada día.
Mi mamá decidió ser enfermera para servir a Dios como misionera, pero sólo empezó a estudiar cuando mi abuelito Ignacio aceptó su llamado y dejó a un lado la esperanza de que su hija fuera una gran profesional, exitosa y con dinero.
A mi abuelito Ignacio le preocupaba que mi mamá se casara con un misionero, se preguntaba de qué iban a vivir... bueno, 32 años después, nunca ha faltado nada a estos siervos de Dios.
Mis papás nunca buscaron tener casa propia, no se endeudaron jamás, y empacan y desempacan maletas con una velocidad que me sorprende cada vez más.
Se arriesgaron a vivir en la selva estando recién casados, y cuando le preguntaron a mi papá si quería formarse como piloto, aceptó, aún sin tener el dinero para pagar una carrera que es muy costosa. Como se imaginarán, Dios proveyó.
Se arriesgaron a vivir en Estados Unidos durante 9 meses, con un nivel de inglés básico, con una niña de 1 año y medio y otro bebé en camino. Dios proveyó un lugar para vivir, una iglesia maravillosa y todo lo necesario para que su hija menor naciera en un hospital con todo lo que necesitaba.
Conocieron una vida de aviación misionera en una finca grande y hermosa, sus hijas pequeñas aprendían inglés a la par con el español, un colegio americano para su hija mayor... pero los años de disfrutar la pasión de volar y criar sus hijas en un contexto intercultural fueron truncados por la violencia que muchos colombianos han tenido que sufrir. Trabajar con misioneros americanos atraía a la guerrilla... fue necesario decirle adiós a los aviones misioneros. El sustento económico disminuía, la fe era probada. Llegaron propuestas de trabajo en un avión comercial... había que suplir las necesidades básicas de la familia... pero la convicción de servir a Dios fue más grande, y El proveyó después de la prueba.
"Me cortaron las alas"... su ministerio se trasladó a ser profesores en el instituto misionero cerca de Villavicencio, nuevos retos, luchas, pruebas, y como siempre, la provisión de Dios. Aquí sentíamos estabilidad, ¡¡7 años en un sólo lugar ya parecía mucho tiempo!! Pero de nuevo, la maldad y la violencia obligó a la familia a moverse a Bogotá. Dolió dejar el llano, el aire limpio, la paz y un contexto seguro para las hijas.
La ciudad trajo sus retos, y fueron 14 años dedicados al instituto, a la junta directiva de la Misión, al Equipo Internacional de la Misión y a sus hijas, su nuevo yerno y su primer nieto. Ya van 3 años con un apartamento arrendado en Fusagasugá que guarda sus muebles y sus álbumes de recuerdos... pero casi nunca duermen allí, ahora el ministerio es liderar y apoyar los equipos misioneros de Latinoamérica.
Ya no vivo con ellos... ahora los veo cada mes o un poco más a veces. Cual viejita agradezco la tecnología que acorta la distancia, pero extraño despertar y escuchar a mi mamá en la cocina, levantarme para seguir durmiendo abrazada por mi papá. O despertar y escuchar sus oraciones juntos antes de empezar el día.
No es fácil escribir esto. Yo también le tendré que decir adiós a mis padres, a mi hermana, mi cuñado, mi sobrino de 2 años y mi sobrinit@ que está formándose en la pancita todavía.
Mis padres le dijeron adiós a sus padres y hermanos, costó y ha valido la pena. Dios ha sido fiel y nunca ha dejado de respaldarlos. Es su vida y su testimonio la que me motiva a creerle a El.
Qué significa dejar a mis padres?
Irme al otro lado del mundo a servir a Dios... Es soltar el amor humano más hermoso y puro que he conocido.
Dejar de recibir sus abrazos, que no sequen mis lágrimas, no poder tocar sus sonrisas y escuchar sus voces en mi oído.
Soy bendecida y privilegiada, y hoy quiero honrar a mis padres.
Hoy le doy gracias a mi papá y a mi mamá por la vida que escogieron, por arriesgarse a vivir por fe, por no darme los lujos que yo quería, por darme una vida diferente a la de muchos niños, por poner a Dios primero, por no buscar la aprobación del mundo si no la Suya, por vivir cada día contando con Él, por la bendición espiritual que he recibido a través de ellos, porque heredé la pasión por un mundo necesitado que sufre y muere sin conocerle, por el desapego al mundo material, por ser las manos, los pies y el corazón de Dios aquí en la tierra.
Papi y mami, los amo.
"Los sabios resplandecerán tan brillantes como el cielo y quienes conducen a muchos a la justicia brillarán como estrellas para siempre." Daniel 12:3 (NTV)
Muy inspirador. Tomo nota en mi corazón para procurar seguir tan buen ejemplo. También mi vida ha sido bendecida por estos siervos de Dios. Rogamos a Dios que te guíe en este camino que emprendes ahora. Un gran abrazo.
ResponderBorrarQué bello tributo para tus padres. Hemos tenido la dicha de conocer a tus padres desde sus días en el Instituto Misionero y sus vidas realmente son un ejemplo de humildad y fiel servicio. También ha manifestado su poder en ellas de una manera impresionante, me animan en mi andar con el Señor. Estamos orando por ti, Susy, que sigas siendo sensible a la dirección de Dios y seas un instrumento de bendición en sus manos. Un abrazo de Esteban y Eida
ResponderBorrarQuisiera abrazarte antes de tu gran viaje... Me imaginaba algo asi cuando nos vimos en Bogota la ultima vez... te vi muy inquieta por hacer la voluntad de Dios. Te felicito, Susy, por ser sensible a la direccion de Dios y seguirle muy, muy de cerca. Abrazos de Carolina y Alfredo
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