LOS VALIENTES DEL REY

La valentía no es la ausencia de miedo, es caminar a pesar del miedo. 
(Mark Twain)

"Estos son los líderes de los guerreros valientes de David. Junto con todo Israel, ellos decidieron hacer rey a David, tal como el Señor lo había prometido con relación a Israel...
...El ejército israelita huyó, pero Eleazar y David no cedieron terreno en medio del campo e hicieron retroceder a los filisteos. Así que el Señor los salvó dándoles una gran victoria...
Eran tan expertos tanto con el escudo como con la lanza, tan fieros como leones y veloces como ciervos en la montaña... eran guerreros valientes y capaces y llegaron a ser comandantes de su ejército. Día tras día más hombres se unían a David hasta que llegó a tener un gran ejército, como el ejército de Dios..." (1 Crónicas 11 y 12)

Cuando leí los capítulos 11 y 12 de Primera de Crónicas, sentí mucha admiración por los guerreros valientes que tuvieron el honor de ser mencionados en la Biblia. Pensé que jamás sería como ellos, arriesgaban sus vidas hasta la muerte, eran muy fuertes, y disciplinados. En mi tiempo devocional le pregunté a Dios cómo podía ser valiente como ellos, y lo que les comparto de aquí en adelante fue lo que Dios habló a mi corazón.

Todos los valientes de David y su ejército servían a un sólo Dios y a su líder. Eran humildes y daban su vida por el rey. Todo lo que sabían y hacían era para servir al rey. Sabían lo que debían hacer y lo hacían muy bien, pero no era para ellos mismos, no buscaban reconocimiento ni riquezas, lo único que querían era servir al hombre que Dios había escogido para que fuera el rey de Israel, David. Ellos servían a Dios al servir al rey con todo lo que tenían, y arriesgaban sus vidas en la batalla confiando en que El Dios de los Ejércitos los respaldaban, y Él lo hacía!!

¿A quién quieres servir? ¿Quién es tu rey?

NUESTRO REY ES JESÚS, Y TODO LO QUE HACEMOS Y TENEMOS LO USAMOS PARA QUE ÉL CUMPLA CON SU PROPÓSITO, QUE EL MUNDO LO CONOZCA Y RECIBA SU AMOR Y LA SALVACIÓN ETERNA, LA SANIDAD Y LA RESTAURACIÓN QUE NECESITAN DESESPERADAMENTE.

Muchas personas me escriben diciéndome lo mucho que me admiran y cómo piensan que soy valiente y arriesgada, pero, no me siento así!!

Vivir 2 meses y medio aquí no ha sido fácil. Cada día lucho con la nostalgia y la soledad, a veces siento que no tengo lo que se necesita para hacer este trabajo; como todos, me equivoco; las diferencias culturales pueden ser todo un reto y a veces me gana la ansiedad al no saber cómo Dios va a proveer para que pueda seguir sirviéndole en este ministerio. 

Sin embargo, mi rey es Jesús. La meta de mi vida es darlo a conocer y ser cómo él. Todo lo que soy, todo lo que tengo, lo que puedo y no puedo hacer le pertenece a él.
Servir a Jesús no es fácil. Es arriesgado. Servir a Jesús requiere de humildad y fe para depender de él. Requiere de una autoestima balanceada donde somos conscientes de las habilidades y debilidades, de los defectos y las virtudes, de la identidad que Cristo nos ha dado, y de la necesidad de su guía y presencia constantemente.
Al servir los ojos no están puestos en uno mismo, en lo que uno puede y quiere lograr, ni en el reconocimiento que se va a conseguir. Los ojos están puestos en el rey y en alcanzar las metas que el equipo ha propuesto. Los ojos están puestos en aquellos que se van a beneficiar con nuestro trabajo. 
Es por el rey y por su pueblo que buscamos la excelencia. No tememos al fracaso porque podemos aprender y crecer a través de los errores, y además nos ayudan a ser humildes.

Lo único que me ayuda a vivir y trabajar aquí cada día es saber que estoy en el centro de su voluntad, y que Él es mi fuerza y el que me sostiene, el que me guía y me enseña todo el tiempo, y que mi debilidad y mis errores son los que más me hacen depender de Él. 

No soy la única valiente en esta historia, conmigo están todos los que fueron valientes e invirtieron su tiempo, su amor y sus donaciones para acompañarme en este ministerio. Son valientes porque creen que es posible que su contribución, sin importar el tamaño, va a impactar la vida de muchas personas que no sólo necesitan salud física, sino compasión, misericordia y el amor de Dios.

Pienso en mis pacientes, ellos también son muy valientes. Han vivido años con vergüenza, dolor, crítica e incluso rechazo de sus familias y comunidades. Se han sentido inútiles y nada valiosos. Pero se atreven a caminar horas, días, a dejar sus pueblos y todo lo que conocen, para venir a un barco lleno de gente que no conocen, poniendo en sus manos su salud y sus vidas. Aceptan cirugías que tal vez no entienden completamente, aceptan medicamentos que tal vez nunca han visto, y soportan más dolor como parte del proceso de recuperación. Y aún así, sonríen. Nos dejan abrazarlos y cuidarlos, nos perdonan el escaso francés que intentamos hablar, confían en que lo que hacemos al cuidarlos día y noche es bueno para ellos. Repiten cada hora los ejercicios que les enseñamos, aguantan las curaciones que debemos hacer, caminan por el pasillo e incluso bailan con nosotros sin importarles si se ven bien o mal. 

Hoy se celebra el día de San Valentín, el día del amor. Hoy yo celebro el amor de Dios, y la valentía Él que nos da para vivir un día a la vez, de Su mano y siguiéndolo a Él. 

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